Conoce qué es el paludismo, una enfermedad que puede ser letal y aprende cómo prevenirla y cuál es su tratamiento, leyendo este artículo.
Conoce qué es el paludismo, una enfermedad que puede ser letal y aprende cómo prevenirla y cuál es su tratamiento, leyendo este artículo.
El paludismo, es una enfermedad infecciosa parasitaria, también conocida como malaria, clasificada dentro del grupo de enfermedades tropicales.
Es una de las enfermedades más antiguas conocidas, de la que se tienen registros de la época prehistórica y egipcia, que la plasmó en papiros.
El paludismo también fue reseñado por los antiguos chinos en sus mitos, en donde se refieren a la enfermedad como el resultado de la alianza de tres demonios que atacan a la persona que la padece, uno con un martillo que le genera un gran dolor de cabeza, otro que le provoca la fiebre con un horno ardiente y un tercero que le da escalofríos con un balde de agua helada.
Dato curioso: Se conocen como enfermedades tropicales, aquellas que ocurren más que nada en países del trópico debido a su clima caliente y húmedo.
Forman parte de este grupo, además de la malaria o paludismo, el dengue, la enfermedad de Chagas, la leishmaniasis y la esquistosomiasis.
La malaria se transmite por medio de zoonosis, es decir, de un animal a un humano.
En el caso de esta enfermedad tropical, el vector o animal transmisor es un mosquito hembra del género Anopheles, infectada con algún tipo de parásito del género Plasmodium.
Cuando un mosquito con las características arribas mencionadas pica a un humano, le traspasa el parásito.
Dato curioso: En el mundo existen más de 400 tipos de mosquitos del género Anopheles, pero solo 30 son transmisores -o vectores- del parásito causante del paludismo.
La intensidad de la transmisión, depende del huésped humano y del medio ambiente.
De acuerdo con el párrafo anterior, es importante tener en cuenta que cualquier persona puede enfermar de paludismo, pero ciertos grupos poblaciones corren más riesgo que otros: bebés de pecho, niños menores de cinco años, mujeres embarazadas, viajeros, emigrantes y pacientes con sida.
Las zonas donde estos grupos poblacionales son más proclives a contraer malaria, están localizadas mayormente en el continente africano, en este caso Nigeria, República Democrática del Congo, Mozambique, India y Uganda.
Una vez en el huésped humano, el parásito Plasmodium se multiplica en el hígado y de ahí pasa a los glóbulos rojos de la sangre. Esto pone en riesgo la vida de la persona, porque todos los órganos se intoxican y algunos, que resultan vitales, ven alterado su aporte de riesgo sanguíneo.
La malaria puede hacer que el hígado y los riñones fallen e incluso, que el bazo reviente.
También, puede provocar edema pulmonar, anemia, hipoglucemia y en los casos más graves, puede inflamar el cerebro y acarrear convulsiones y estado de coma.
Entre los humanos, se puede transmitir de la madre al feto (transferencia congénita); también, al realizarse transfusiones sanguíneas con sangre infectada.
Existen 4 tipos de parásitos del género Plasmodium:
Sin embargo, es poco frecuente y cuando el cuadro clínico es leve, puede ser fácilmente tratada con cloroquina.
Se encuentra distribuido en la zona central de Suramérica y el sur de Asia. Puede permanecer latente durante años en el hígado, lo que hace posibles las recaídas, aunque haya pasado mucho tiempo desde la infección.
Es muy contagioso, porque las personas que no tienen síntomas de la enfermedad pueden transmitirla sin saber. Se hizo resistente al tratamiento con cloroquina.
Las células sanguíneas, llenas del P. falciparum, obstruyen los vasos que van al cerebro, lo que produce que este se inflame, posibilitando incluso el daño cerebral.
Además, si existen una cantidad considerable de este parásito en la sangre, se produce un cuadro clínico conocido como “fiebre del agua negra”, que es cuando el paciente sufre hemorragias y pérdidas considerables de sangre en la orina, lo que le acarrea una rápida anemia, fallo renal, estado de coma y muerte si no es tratada a tiempo.
El Plasmodium falciparum mata cerca de 400.000 personas al año en el continente africano, según cifras arrojadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los síntomas de esta enfermedad tropical pueden manifestarse a las pocas semanas del contagio, después de un año o hasta pasado cinco años. Esto dependerá del tipo de parásito que la haya ocasionado.
Los síntomas de esta enfermedad tropical se pueden manifestar al cabo de dos semanas, pero también al pasar un año o hasta cinco.
Los ataques suelen comenzar así:
Si la enfermedad no recibe tratamiento a tiempo y se trata de paludismo producido por el Plasmodium falciparum, el paciente puede presentar anemia repentina, convulsionar, caer en coma y morir.
El diagnóstico y tratamiento tempranos, son vitales para reducir las consecuencias en la salud que esta enfermedad provoca y evitar poner en riesgo la vida.
En cuanto a la farmacología utilizada para tratar esta enfermedad tropical, el tratamiento ordinario suele ser con cloroquina, aunque también se suele recetar mefloquina con artesunato y tratamiento a base de quinina.
En el caso del paludismo ocasionado por el P. falciparum, se suele recetar artemisinina.
Es importante tener en cuenta que la OMS aconseja confirmar el diagnóstico, por medio de pruebas parasitológicas, antes de inciar el tratamiento.
Además de la vacunación, adoptar conductas de prevención en las zonas de alto riesgo, es crucial para evitar su transmisión.
Entre las medidas que las comunidades proclives a padecer paludismo pueden adoptar para evitar enfermarse, están las siguientes:
En algunos países, suele ser de uso obligatorio para los viajeros que desean cruzar sus fronteras. De esta manera se evita que puedan surgir brotes por transmisión de humano a humano.