El pico del Covid en Venezuela cada vez se hace más lejano, mientras que las condiciones en materia de salud son más difíciles en el país.
El pico del Covid en Venezuela cada vez se hace más lejano, mientras que las condiciones en materia de salud son más difíciles en el país.
A más de siete meses de que se declarara la pandemia por el COVID-19, el mundo continúa en un estado de alarma. La cuarentena se mantiene en variantes que van desde una restricción total de los servicios, hasta la mediana flexibilización del comercio.
En medio de la Pandemia y como testigos del brote del virus de cerca (uno viviéndolo en persona y otro combatiéndolo en primera línea), los doctores Julio Castro y Pedro Rivas-Vetencourt brindan una actualización y una experiencia exitosa referente al Covid en Venezuela.
El corazón y los pulmones son los órganos que se miran con especial atención en los pacientes que contraen el COVID-19, pues son los que mayor preocupación causan por las molestias que ocasionan a corto plazo (y las que aún no se han determinado a largo).
Luego de 15 días, algunos valores no son normales todavía. Hay pacientes que siguen presentando dificultad respiratoria y falta de oxígeno en su sangre, aumentando así la saturación. El corazón por su parte no compensa en frecuencia como debería. Por momentos esta sube y baja sin explicación, lo que hace pensar a los médicos que el virus afecta a los nervios del corazón. Así como afecta al olfato y el gusto.
Además de las dificultades respiratorias y la afectación cardíaca, no se han detectado con precisión los efectos a largo plazo. De hecho, estudios de resonancia magnética en atletas de alta competencia han mostrado que aún luego de haber tenido coronavirus hace meses, las lesiones en el corazón siguen presentes (esto en el 35% de los atletas que tuvieron coronavirus). Lo que genera preocupación en el resto de la población.
Uno de los factores que más invade la preocupación de todos, es la incertidumbre de no saber qué sucederá después. Al ser un virus polimorfo (que puede desarrollarse de diferentes formas en cada organismo), las personas no saben a qué atenerse. Algunos podrían pasar unos días con cansancio y falta de oxígeno y otros podrían terminar en Terapia Intensiva (donde la tasa de mortalidad se sitúa entre 30 y 40%). El nivel de gravedad al contraer COVID termina siendo aleatorio.
Para el Dr. Castro “el miedo es diferente si se está solo”, en referencia a los pacientes que se mantienen aislados. Otra de las angustias que experimentan aquellos que han contraído el virus es contagiar a sus familiares y círculo cercano, por la misma incertidumbre.
“Esta epidemia está muy lejos de ser controlada en Venezuela”, afirma el médico infectólogo. Los hospitales cada vez cuentan con menos recursos y esto se traduce en mayor tasa de contagio para médicos y personal de enfermería.
Se espera que la tasa de contagio por la dinámica que lleva, aumente dos o tres veces más, lo que sitúa al país en una posición bastante riesgosa. De no tomar mejores medidas sanitarias, podríamos seguir un aumento exponencial sin un freno en el horizonte.
“El pico de casos se construye con política pública” enfatizó el Dr. Castro. Si no se tienen medidas que impacten la transmisión, los casos van a seguir subiendo. Si no se cambian las políticas institucionales, se puede continuar durante muchos meses más.
“El número de pruebas que se hacen al día (PCR) es el mejor criterio que se tiene para seguir la enfermedad y saber dónde se está”, señala el Dr. Castro.
Se estima que en Venezuela se hagan entre 2.500 y 3.000 pruebas PCR al día, mientras que en Colombia se llevan a cabo 53.000. Una comparativa que deja a nuestro país en clara desventaja a la hora de combatir al virus. Esto no solo aplica para el número de pruebas, sino después a los laboratorios especializados. Mientras Venezuela cuenta con tres, Colombia mantiene operativos 120.
En nuestro país se han aplicado las pruebas rápidas, que detectan anticuerpos. Las PCR, que llaman de antígeno, miran directamente al virus.
El problema con las primeras es que se hacen positivas después del día 7 u 8, y para el diagnóstico agudo, no son buenas. Casi el 40% de los pacientes que tienen enfermedad, salen negativos en la prueba, por lo tanto, en la mayoría de los países del mundo no se recomienda, sino la prueba PCR, que es la más específica para la infección aguda.
El uso adecuado del tapabocas puede disminuir la tasa de transmisión en un 25 o 30%, pero para esto debe ser utilizado por el 100% de la población. De hecho, si solo lo usa el 90% esta tasa baja hasta el 18%. En este punto, es importante educar a los ciudadanos sobre las medidas sanitarias.
“La población debe ser un aliado en el combate contra el virus”, enfatizó el médico infectólogo, señalando también que se está ante la presencia de un enemigo que no se ve, pero se le puede seguir el rastro.
Asimismo, no hay una sola medida que haga que el virus se detenga. Se deben mantener varias medidas sanitarias y políticas públicas. Como el uso del tapabocas antes mencionado, al que se le añaden el evitar reuniones y la restricción de la circulación innecesaria.
Tras declararse la pandemia, no solo las personas se vieron alarmadas, sino también los centros de salud. Incertidumbre sobre cómo tratar a los pacientes con probables síntomas y la capacidad del recinto fueron las principales preocupaciones que ahora empezaba a sacudir al personal médico. Sin embargo, hubo quienes desde el principio se tomaron el posible arribo del virus al país de una manera muy seria.
Ese fue el caso de la Policlínica Metropolitana, que llevó a cabo un protocolo ejemplar en el manejo de este tipo de situaciones.
Con una planificación relacionada a lo que ocurría en países como España e Italia (cerrados y colapsados), se dio paso a una reunión con todos los coordinadores de la clínica el 16 de marzo.
De inmediato, se entró en un modo de contingencia. La Policlínica fue el hospital privado que empezó a recibir a la mayor cantidad de pacientes. Viéndose semana a semana en reuniones que seguían un patrón diario a fin de adaptarse de nuevo a la normalidad. Entre sus medidas se destacaron:
“Fue un reto que tuvo implicaciones en todas las áreas de la clínica”, indicó el Dr. Pedro Rivas-Vetencourt, destacando también el crecimiento en cada una de las áreas de parte de la clínica.
El área de emergencia creció en un 400 % en número de camas. El área de Terapia Intensiva aumentó hasta un 700% y el de hospitalización ascendió al 300%.
“Hemos tenido un crecimiento gigantesco acompañado de decisiones claves y un gran acompañamiento”, añadió el presidente de Fundahígado Venezuela.
Otro punto a destacar, es que todo el personal mantiene el uso de tapabocas y faceshield. Los asientos están marcados para estar separados y lo mismo con los ascensores. Eso ha sido parte de lo que también les ha permitido tener todas las áreas operativas en paralelo con las áreas de COVID-19.
En términos generales la Policlínica Metropolitana ha sabido enfrentar la pandemia, demostrando que con planificación, organización y compromiso se puede salir adelante y hacerle frente a las peores crisis mundiales.
Por último, el Dr. Pedro Rivas-Vetencourt efectuó una exhortación para que los ciudadanos se cuiden entre sí y mantengan las medidas de prevención y bioseguridad para evitar la propagación del virus.